En la última semana y media (o últimas 2 semanas, es lo mismo) pasaron tres cosas, que podría decirse no son de vital importancia para mí, es decir, pasaron y tuvieron o tienen un pequeño efecto, pero no me van a cambiar la vida. Y ese efecto, por pequeño que fuera, se notó. Mucho. Se notó en la manera de reaccionar ante ellos. O sea, confuso, no sólo para mí, si no para los demás. Veamos (sin ningún orden en particular y de manera arbitraria).

Hechos:
-Uno, lógico y ya era hora. Efecto: me puso contento.
-Otro, provocado por mí, a propósito. Efecto: me tiene sin cuidado.
-El tercero, me hice el tonto esperando algo que nunca llegó. Efecto: me desilusionó mucho.

El tema es que más allá de que normalmente soy muy ácido y cortante para algunas cosas, a causa de alguno de ellos, o de un par, tal vez, en este último tiempo, y no sólo con relaciòn a estos 3 hechos, estuve peor que nunca. Por mí, todo bien. A veces me gusta mucho estar mala onda. El tema es que es muy probable que influya a otros, diga cosas que no debería haber dicho o planteé estupideces (especialmente con respecto al caso número uno). Y también, ya que estamos, con respecto a los últimos post, la confluencia de estos tres hechos, hace que pueda interpretarse como que algunas de mis reacciones se deban a uno de ellos, cuando en realidad se debió al otro, saliendo siempre perjudicados los demás, que no entienden, y dando lugar a falsas interpretaciones, que por miedo a no sé qué, no quiero ni aclararlas ni quedarme con el "que piensen lo que quieran". Resumiendo, se me hizo larguísimo este año. ¿Falta mucho para que termine?