HISTORIAS DE SEXO para levantar el rating
Cap. 1
La sede Puán del CBC es sin duda la que mejor me cae. Tiene toda la onda, parece un shopping hippie: puestos de artesanos que venden collarcitos, venta de CDs usados y grabados, de discografías en MP3, remeras varias, posters tanto del Che como de Homero Simpson y los Stones, carteles y afiches invitando a conferencias, discusiones partidarias y obviamente la propaganda política infaltable en todas las sedes de la UBA. Y por supuesto las chicas. Junto con Ciudad, en Puan están las más lindas, O mejor dicho las que más me gustana a mí: medio hippongas, medio rockeras, medio "zurditas" medio "pseudointelectuales". Mucho morral, pantalones anchos de colores, pelos negros largos, colgantes, sin maquillajes excesivos, etc, etc. Pero justamente quién me llamó la atención ese año, apenas en la 2da clase de Psicología, fue una minita que era todo lo contrario. Medio chetita, de jean y remerita ajustados que dejaban a la vista de todos que sí, digámoslo en criollo, tenía buen culo y buenas tetas. Linda cara, una naríz un poco extraña, "exotíca" cómo está de moda decir. Pelito lacio marrón, una cadenita con un pendiente de oro. Muy prolijita. A la tercera clase ya estaba sentado entra ella y su amiga diciendo pavadas y haciéndome el gracioso. Un par de comentarios míos que cayeron muy bien en las dos, decir un par de cosas en voz alta para toda la clase demostrando a las dos profesoras y al resto que había leido y sabía bien de qué estaban hablando, sumado al hecho de que ella era de San Lorenzo me incluyeron en el grupo formado por ellas dos, otras dos bonitas chicas (¿no digo que están todas buenas en Puán?) y otro pibe para presentar un trabajo grupal la clase anterior al primer parcial.
Nos reunimos dos veces antes del último encuentro en el que se terminó el Trabajo Práctico. Ella vivía a pocas cuadras de la facultad así que su casa resultaba ideal para trabajar ahí. Además, según contaba ella, sus viejos viajaban constantemente al interior y el hermano adolescente no estaba nunca en la casa. En esos dos encuentros grupales y en las clases estaba todo bien. No es que habíamos pegado re onda, pero obviamente yo la miraba como diciéndole que estaba para partirla en ocho, pero luego me hacía el interesante. La verdad no sé por qué. Tal vez porque la mina hacía lo mismo y tampoco avanzaba más. Tal vez porque ella había deslizado una vez al pasar que estaba con un pibe. O tal vez porque le llevaba unos años. Claro, yo empezaba de nuevo el CBC para mi nueva carrera y ella recién salía del colegio. Ella 19, yo 24. Entonces me parecía que no quería tener nada con una chica que no me resultaba para nada interesante más allá de su físico.
El día de ese último encuentro grupal para terminar el trabajo práctico fui el primero en llegar a su casa. En lugar de meternos de lleno en el trabajo me dijo de tomar unos mates antes que lleguen los demás. Hablamos de cualquier pavada. Inmejorable excusa para mirarla a los ojos fijamente la mayor cantidad de tiempo posible y ver qué pasaba. A los quince, veinte minutos se hizo un silencio muy grande. Estábamos sentados en una mesa chiquita de la cocina. Ella tenía el mate en la mano y jugaba. Yo la miraba. Y ella levantó la vista y me miró. Tenía que hacer algún movimiento. Pero el hecho que en cualquier momento deberían llegar los demás me frenaba. ¿Y qué onda si no estaba todo bien? ¿Qué pasaría a partir de ahí? ¿Me quedaba haciendo el trabajo como si no hubiera pasado nada? Y lo que era peor, ¿qué hacíamos con la incomodidad de estos casos hasta que lleguen los demás? Porque una cosa es estar con gente y otra cosa solos...
Decidí que para tantear, lo mejor era hacerle algún comentario acerca de alguna característica de ella. Sus ojos, su cara... Decirle que me gustaba, o algo. Y justo cuando iba a abrir la boca, sonó el portero eléctrico. Era el otro pibe del grupo. Salvado por la campana. En seguida llegaron las otras chicas, y en menos de 5 minutos ya estábamos ultimando los detalles para cerrar el trabajo práctico.
(continuará)
Cap. 1
La sede Puán del CBC es sin duda la que mejor me cae. Tiene toda la onda, parece un shopping hippie: puestos de artesanos que venden collarcitos, venta de CDs usados y grabados, de discografías en MP3, remeras varias, posters tanto del Che como de Homero Simpson y los Stones, carteles y afiches invitando a conferencias, discusiones partidarias y obviamente la propaganda política infaltable en todas las sedes de la UBA. Y por supuesto las chicas. Junto con Ciudad, en Puan están las más lindas, O mejor dicho las que más me gustana a mí: medio hippongas, medio rockeras, medio "zurditas" medio "pseudointelectuales". Mucho morral, pantalones anchos de colores, pelos negros largos, colgantes, sin maquillajes excesivos, etc, etc. Pero justamente quién me llamó la atención ese año, apenas en la 2da clase de Psicología, fue una minita que era todo lo contrario. Medio chetita, de jean y remerita ajustados que dejaban a la vista de todos que sí, digámoslo en criollo, tenía buen culo y buenas tetas. Linda cara, una naríz un poco extraña, "exotíca" cómo está de moda decir. Pelito lacio marrón, una cadenita con un pendiente de oro. Muy prolijita. A la tercera clase ya estaba sentado entra ella y su amiga diciendo pavadas y haciéndome el gracioso. Un par de comentarios míos que cayeron muy bien en las dos, decir un par de cosas en voz alta para toda la clase demostrando a las dos profesoras y al resto que había leido y sabía bien de qué estaban hablando, sumado al hecho de que ella era de San Lorenzo me incluyeron en el grupo formado por ellas dos, otras dos bonitas chicas (¿no digo que están todas buenas en Puán?) y otro pibe para presentar un trabajo grupal la clase anterior al primer parcial.
Nos reunimos dos veces antes del último encuentro en el que se terminó el Trabajo Práctico. Ella vivía a pocas cuadras de la facultad así que su casa resultaba ideal para trabajar ahí. Además, según contaba ella, sus viejos viajaban constantemente al interior y el hermano adolescente no estaba nunca en la casa. En esos dos encuentros grupales y en las clases estaba todo bien. No es que habíamos pegado re onda, pero obviamente yo la miraba como diciéndole que estaba para partirla en ocho, pero luego me hacía el interesante. La verdad no sé por qué. Tal vez porque la mina hacía lo mismo y tampoco avanzaba más. Tal vez porque ella había deslizado una vez al pasar que estaba con un pibe. O tal vez porque le llevaba unos años. Claro, yo empezaba de nuevo el CBC para mi nueva carrera y ella recién salía del colegio. Ella 19, yo 24. Entonces me parecía que no quería tener nada con una chica que no me resultaba para nada interesante más allá de su físico.
El día de ese último encuentro grupal para terminar el trabajo práctico fui el primero en llegar a su casa. En lugar de meternos de lleno en el trabajo me dijo de tomar unos mates antes que lleguen los demás. Hablamos de cualquier pavada. Inmejorable excusa para mirarla a los ojos fijamente la mayor cantidad de tiempo posible y ver qué pasaba. A los quince, veinte minutos se hizo un silencio muy grande. Estábamos sentados en una mesa chiquita de la cocina. Ella tenía el mate en la mano y jugaba. Yo la miraba. Y ella levantó la vista y me miró. Tenía que hacer algún movimiento. Pero el hecho que en cualquier momento deberían llegar los demás me frenaba. ¿Y qué onda si no estaba todo bien? ¿Qué pasaría a partir de ahí? ¿Me quedaba haciendo el trabajo como si no hubiera pasado nada? Y lo que era peor, ¿qué hacíamos con la incomodidad de estos casos hasta que lleguen los demás? Porque una cosa es estar con gente y otra cosa solos...
Decidí que para tantear, lo mejor era hacerle algún comentario acerca de alguna característica de ella. Sus ojos, su cara... Decirle que me gustaba, o algo. Y justo cuando iba a abrir la boca, sonó el portero eléctrico. Era el otro pibe del grupo. Salvado por la campana. En seguida llegaron las otras chicas, y en menos de 5 minutos ya estábamos ultimando los detalles para cerrar el trabajo práctico.
(continuará)
4 Comments:
atrapante! aunque carece de picante por el momento..
continúa por favor
eh puto, conta!
y hace el coso de los habitos ese, fijate fijate
Muy bien contado, che. Te digo que incluso quedaría excelente si terminara así.
Saludos cordobeses
si termina asi va a ser un fiasco impresentable..
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