HISTORIAS DE SEXO para levantar el rating
Cap 1.2
Terminar el Trabajo Práctico nos llevó menos tiempo del esperado. En hora y medio ya lo teníamos listo. Ultimamos detalles del tipo quién se lo queda, quién lo entrega, quién compra la carpetita, etc, etc, y nos quedamos charlando un ratito. No mucho. El pibe se fue primero, a los cinco minutos. Las dos amigas lo hicieron a los diez minutos y la compañera de ella aprovechó que también debía irse y bajó también. Me quedé solo en el departamento unos minutos. Imaginate lo que comenzó a pasar por mi cabeza en esos siete minutos que tardó ella en volver. Fui al baño. Ordené mis apuntes. Y obviamente también lo típico. Intenté medir mi aliento, acomodé mi ropa, busqué dónde sentarme y comencé a planear los siguientes pasos. Algo tenía que pasar, sí o sí. No me iba de ahí sin obtener alguna respuesta. Todo era muy raro. Yo no era así. Generalmente dejaba pasar las cosas. Y no entendía qué me pasaba que estaba tan decidido a ir al frente. No tenía nada que perder tal vez. O no me importaba mucho verdaderamente si pasaba algo o no. La típica si pasa, pasa.
Ella entró sonriendo al depto. Me hizo un comentario acerca de su amiga que ni me acuerdo y lo más probable es que no le haya prestado atención. Se fue a la cocina y volvió al living.
Yo estaba sentado en el sillón, esperando que en cualquier momento me pregunte qué onda, si me iba a quedar más tiempo, no sé, algo. O que me diga que tenía que hacer algo, que quería estudiar. Alguna indirecta para que me vaya... o no. Ella se sentó en la mesa, juntó unos papeles y se quedó ahí. "Ahora o nunca".
-¿Vamos a la cocina y seguimos con lo que estábamos antes de que estos molestos nos interrumpan?- le dije, así de golpe. Sin moverme del sillón.
Ella, sentada en la silla sobre una de sus piernas, sonrió. Bah, mentira, ya estaba sonriendo. Pero bueno, noté un cambio en su expresión. Un cambio bueno.
-Dale, bancá que ordeno esto. Poné la pava, está sobre la cocina.
Me levanté del sillón y fui a hacer lo que me dijo. Muchas ganas de tomar mate no tenía, pero bueno...
Cuando el fuego se hubo prendido, y yo colocaba la pava sobre la ornalla, ella entró en la cocina y se puso al lado mio. Bueno, al lado es un decir. Se puso junto a mí, brazo con brazo. Contacto físico. Calor humano. Electricidad. La miré. Me miró. Y arrugué terriblemente.
Bajé la mirada y dí media vuelta. Mi gesto podría interpretarse como que me hacía el interesante, pero la verdad es que no supe bien qué hacer. De golpe todo el "plan" se había venido abajo. Y todo porque ella había dado un paso más según mi interpretación. Estaba mi a lado. Su hombro y su brazo izquierdo rozaban mi brazo derecho. Listo, "algo" había. Y yo me di vuelta. Cuando caminaba esos tres pasos hasta la silla de la mesa se me pasó por la mente que ella podría haber pensado tranquilamente que la estaba despreciando.
Me senté y me di vuelta deseando que ella venga a la pequeña mesita de la cocina, que estaba contra la pared. Ella lo hizo. Caminó lentamente y se sentó apoyada en la pared.
La miré en silencio. Tenía que hablar, decir, decirle algo. Rápido. Urgente.
Y es la típica situación que facilmente se te pueden ocurrir miles de cosas como ninguna. Y hablé.
-¿Y eso? ¿Qué fue?-
Silencio. Unas 3 milésimas de segundo. Casi como dos milenios. De nuevo pensar que pueda haberse tomado las cosas para otro lado. El contrario al que iba o intentaba ir yo.
-Digo, me gustó.
-Nada, yo qué sé...
Bajó la vista y sonrió. Listo, pensé. Ya está. Un paso más.
-Sabés, te estaba mirando recién.. bah, mentira, recién no, desde la facu... y no sé...-
Silencio de nuevo, esta vez el suficiente como para que sea una eternidad.
Quise terminar la frase. En mi cabeza las palabras estaban listas. Desordenas pero estaban. Venía algo como "siempre me pareciste re linda", "que linda carita que tenés" o algo así. La palabra "linda" estaba ahí. Se cruzaron por ahí también las palabras "me caes re bien" y un par más, pero quedaron en el camino. Y justo cuando esas palabras que tenía preparadas para salir, seguro que en cualquier orden, ella habló.
-Sí, yo también. Tenés unos ojos re lindos.
"Otra vez lo ojos". Loco, basta. El argumento de los ojos se usa cuando no te gusta la persona y lo utilizás para resaltarle al menos alguna característica. Es lo mismo que decirle a una mina que es simpática. Sin embargo, por más que ese pensamiento haya sobrevolado mi mente, rápidamente lo bajé de un piedrazo.
-Bueno, vos también.- Contraataqué. Tomá, yo también puedo usar ese recurso.
(Continuará)
Cap 1.2
Terminar el Trabajo Práctico nos llevó menos tiempo del esperado. En hora y medio ya lo teníamos listo. Ultimamos detalles del tipo quién se lo queda, quién lo entrega, quién compra la carpetita, etc, etc, y nos quedamos charlando un ratito. No mucho. El pibe se fue primero, a los cinco minutos. Las dos amigas lo hicieron a los diez minutos y la compañera de ella aprovechó que también debía irse y bajó también. Me quedé solo en el departamento unos minutos. Imaginate lo que comenzó a pasar por mi cabeza en esos siete minutos que tardó ella en volver. Fui al baño. Ordené mis apuntes. Y obviamente también lo típico. Intenté medir mi aliento, acomodé mi ropa, busqué dónde sentarme y comencé a planear los siguientes pasos. Algo tenía que pasar, sí o sí. No me iba de ahí sin obtener alguna respuesta. Todo era muy raro. Yo no era así. Generalmente dejaba pasar las cosas. Y no entendía qué me pasaba que estaba tan decidido a ir al frente. No tenía nada que perder tal vez. O no me importaba mucho verdaderamente si pasaba algo o no. La típica si pasa, pasa.
Ella entró sonriendo al depto. Me hizo un comentario acerca de su amiga que ni me acuerdo y lo más probable es que no le haya prestado atención. Se fue a la cocina y volvió al living.
Yo estaba sentado en el sillón, esperando que en cualquier momento me pregunte qué onda, si me iba a quedar más tiempo, no sé, algo. O que me diga que tenía que hacer algo, que quería estudiar. Alguna indirecta para que me vaya... o no. Ella se sentó en la mesa, juntó unos papeles y se quedó ahí. "Ahora o nunca".
-¿Vamos a la cocina y seguimos con lo que estábamos antes de que estos molestos nos interrumpan?- le dije, así de golpe. Sin moverme del sillón.
Ella, sentada en la silla sobre una de sus piernas, sonrió. Bah, mentira, ya estaba sonriendo. Pero bueno, noté un cambio en su expresión. Un cambio bueno.
-Dale, bancá que ordeno esto. Poné la pava, está sobre la cocina.
Me levanté del sillón y fui a hacer lo que me dijo. Muchas ganas de tomar mate no tenía, pero bueno...
Cuando el fuego se hubo prendido, y yo colocaba la pava sobre la ornalla, ella entró en la cocina y se puso al lado mio. Bueno, al lado es un decir. Se puso junto a mí, brazo con brazo. Contacto físico. Calor humano. Electricidad. La miré. Me miró. Y arrugué terriblemente.
Bajé la mirada y dí media vuelta. Mi gesto podría interpretarse como que me hacía el interesante, pero la verdad es que no supe bien qué hacer. De golpe todo el "plan" se había venido abajo. Y todo porque ella había dado un paso más según mi interpretación. Estaba mi a lado. Su hombro y su brazo izquierdo rozaban mi brazo derecho. Listo, "algo" había. Y yo me di vuelta. Cuando caminaba esos tres pasos hasta la silla de la mesa se me pasó por la mente que ella podría haber pensado tranquilamente que la estaba despreciando.
Me senté y me di vuelta deseando que ella venga a la pequeña mesita de la cocina, que estaba contra la pared. Ella lo hizo. Caminó lentamente y se sentó apoyada en la pared.
La miré en silencio. Tenía que hablar, decir, decirle algo. Rápido. Urgente.
Y es la típica situación que facilmente se te pueden ocurrir miles de cosas como ninguna. Y hablé.
-¿Y eso? ¿Qué fue?-
Silencio. Unas 3 milésimas de segundo. Casi como dos milenios. De nuevo pensar que pueda haberse tomado las cosas para otro lado. El contrario al que iba o intentaba ir yo.
-Digo, me gustó.
-Nada, yo qué sé...
Bajó la vista y sonrió. Listo, pensé. Ya está. Un paso más.
-Sabés, te estaba mirando recién.. bah, mentira, recién no, desde la facu... y no sé...-
Silencio de nuevo, esta vez el suficiente como para que sea una eternidad.
Quise terminar la frase. En mi cabeza las palabras estaban listas. Desordenas pero estaban. Venía algo como "siempre me pareciste re linda", "que linda carita que tenés" o algo así. La palabra "linda" estaba ahí. Se cruzaron por ahí también las palabras "me caes re bien" y un par más, pero quedaron en el camino. Y justo cuando esas palabras que tenía preparadas para salir, seguro que en cualquier orden, ella habló.
-Sí, yo también. Tenés unos ojos re lindos.
"Otra vez lo ojos". Loco, basta. El argumento de los ojos se usa cuando no te gusta la persona y lo utilizás para resaltarle al menos alguna característica. Es lo mismo que decirle a una mina que es simpática. Sin embargo, por más que ese pensamiento haya sobrevolado mi mente, rápidamente lo bajé de un piedrazo.
-Bueno, vos también.- Contraataqué. Tomá, yo también puedo usar ese recurso.
(Continuará)
8 Comments:
ahá, como que está al caer. La parte de la torpeza se me hizo interminable, pero real.
más te vale que en la próxima parte esté la del sexo... porque ya tengo preparados los tomates si no.
vos me caes bien
saludos desde montevideo !
vos me caes bien
saludos desde montevideo !
vos me caes bien
saludos desde montevideo !
a mi no!
a mi tampoco
es porque me envidian (¿?), lo sé...
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