HISTORIAS DE SEXO II
Cap. 2.2
Caminé hacia las dos italianas con La Sirenita en la mano. Al acercarme pude verlas a las dos más de cerca. Una, alta, pelo rubio lacio que caía hasta casi la mitad de su espalda, cara y cuerpo de supermodelo, muy flaca, pechos pequeños pero que sobresalían en su sweater de hilo rosado, y una carita hermosa con nariz pequeña, y ojos azules. La otra, más baja, pelo marrón y ondulado, pero sin llegar a los rulos. Tenía muchas más curvas que la otra y al darse vuelta pude ver que no era del tipo supermodelo, ni actriz italiana de Hollywood, sino que era más normal, más terrenal, y portaba una sonrisa muy linda, además de unos ojazos verdes. Era ella la que hablaba, mientras la rubia escuchaba.
No me importó mucho de qué conversaban, y lanzé en voz alta, un "ragazze!!!". Inmediatamente se dieron vuelta, sorprendidas.
-Ciao, cóme va? Italiane, vero?
Mucho más sorprendidas al ver un pibe hablandoles en italiano con un acento no italiano, se miraron y volvieron a mirarme a mí.
-Si...-, me contestó la morocha, mientras la rubía me miraba desde arriba con cara de "¿y este qué cazzo quiere?"
-Como va?- repetí-, io sono argentino...
-Argentino? Ah!-, siguió la tana, con toda la buena onda.
Hubo unos milisegundos de silencio e incomodidad normales, pero en seguida ella me preguntó no sé qué, yo le contesté, y seguimos la charla con las preguntas y comentarios típicos de quienes se encuentran en un país neutral, como por ejemplo, si era la primera vez que visitaban la ciudad, qué de dónde son, etc, etc.
Por ser la primera vez hablando con un nativo (sacando los profesores de la Dante) la pilotié bastante bien. De todas maneras no estaba muy preocupado por mi italiano, sino por la rubia. Obviamente (y equivocadamente también) comenzé a apuntarle y tirarle toda la onda a ella. Error. La mina no me dió bola, nunca. Tarde unos quince, veinte minutos en darme cuenta que si seguía intentando con ella, no iba a llegar a ningún lado, y decidí apuntar los cañones, galgos, dardos, etc, etc, hacia la otra, que en definitiva era la que me daba charla, tenía buena onda, me sonreía, y aunque no era la supermodelo que era la otra, no estaba mal. Es más, tenía una linda cara, muy buenos pechos, actitud... y lo más importante de todo: me daba bola!!!
Recorrimos el Caesars' Palace juntos, los tres, hablando, contándonos cosas, riéndonos de ridículas vestimentas de algunos turistas, etc, etc. Bah, sólo nosotros dos, porque a la rubia no sé si yo le habré caido mal o qué, pero casi ni me dirigió la palabra. Mucho no me importó. Yo ya estaba casi a pleno con la otra y más viendo que del otro lado, todo lo que tiraba, volvía. Así que no me costó mucho decirles de comer juntos. Ya estaba anocheciendo, y con la experiencia de la noche anterior, me pareció una hora prudencial para cenar y así tener tiempo después para ir a algún bar o boliche...
Obviamente la rubia puso cara de orto, pero la otra inmediatamente con su divina sonrisa en la cara, aceptó. Quedamos en encontrarnos en una hora y media en la puerta del buffet del Mirage.
Volví a mi Motel 6, me bañé tranquilo, arreglé un poco la habitación, just in case, y me fui a la zona de los hoteles-casinos grandes sin el auto. Llegué unos minutos antes, pensando que en el mejor de los casos, siempre y cuando aparezcan, iba a tener que esperarlas un rato, con lo cuál aprovecharía para ponerme en la cola, y ganar tiempo. Pero gran sorpresa la mía al acercarme al Buffet. Vestida de manera diferente, pero siempre simple (unos jeans y una blusa celeste), apoyada en una columna y sonriendo, ella me esperaba. Sola.
Continuará
Cap. 2.2
Caminé hacia las dos italianas con La Sirenita en la mano. Al acercarme pude verlas a las dos más de cerca. Una, alta, pelo rubio lacio que caía hasta casi la mitad de su espalda, cara y cuerpo de supermodelo, muy flaca, pechos pequeños pero que sobresalían en su sweater de hilo rosado, y una carita hermosa con nariz pequeña, y ojos azules. La otra, más baja, pelo marrón y ondulado, pero sin llegar a los rulos. Tenía muchas más curvas que la otra y al darse vuelta pude ver que no era del tipo supermodelo, ni actriz italiana de Hollywood, sino que era más normal, más terrenal, y portaba una sonrisa muy linda, además de unos ojazos verdes. Era ella la que hablaba, mientras la rubia escuchaba.
No me importó mucho de qué conversaban, y lanzé en voz alta, un "ragazze!!!". Inmediatamente se dieron vuelta, sorprendidas.
-Ciao, cóme va? Italiane, vero?
Mucho más sorprendidas al ver un pibe hablandoles en italiano con un acento no italiano, se miraron y volvieron a mirarme a mí.
-Si...-, me contestó la morocha, mientras la rubía me miraba desde arriba con cara de "¿y este qué cazzo quiere?"
-Como va?- repetí-, io sono argentino...
-Argentino? Ah!-, siguió la tana, con toda la buena onda.
Hubo unos milisegundos de silencio e incomodidad normales, pero en seguida ella me preguntó no sé qué, yo le contesté, y seguimos la charla con las preguntas y comentarios típicos de quienes se encuentran en un país neutral, como por ejemplo, si era la primera vez que visitaban la ciudad, qué de dónde son, etc, etc.
Por ser la primera vez hablando con un nativo (sacando los profesores de la Dante) la pilotié bastante bien. De todas maneras no estaba muy preocupado por mi italiano, sino por la rubia. Obviamente (y equivocadamente también) comenzé a apuntarle y tirarle toda la onda a ella. Error. La mina no me dió bola, nunca. Tarde unos quince, veinte minutos en darme cuenta que si seguía intentando con ella, no iba a llegar a ningún lado, y decidí apuntar los cañones, galgos, dardos, etc, etc, hacia la otra, que en definitiva era la que me daba charla, tenía buena onda, me sonreía, y aunque no era la supermodelo que era la otra, no estaba mal. Es más, tenía una linda cara, muy buenos pechos, actitud... y lo más importante de todo: me daba bola!!!
Recorrimos el Caesars' Palace juntos, los tres, hablando, contándonos cosas, riéndonos de ridículas vestimentas de algunos turistas, etc, etc. Bah, sólo nosotros dos, porque a la rubia no sé si yo le habré caido mal o qué, pero casi ni me dirigió la palabra. Mucho no me importó. Yo ya estaba casi a pleno con la otra y más viendo que del otro lado, todo lo que tiraba, volvía. Así que no me costó mucho decirles de comer juntos. Ya estaba anocheciendo, y con la experiencia de la noche anterior, me pareció una hora prudencial para cenar y así tener tiempo después para ir a algún bar o boliche...
Obviamente la rubia puso cara de orto, pero la otra inmediatamente con su divina sonrisa en la cara, aceptó. Quedamos en encontrarnos en una hora y media en la puerta del buffet del Mirage.
Volví a mi Motel 6, me bañé tranquilo, arreglé un poco la habitación, just in case, y me fui a la zona de los hoteles-casinos grandes sin el auto. Llegué unos minutos antes, pensando que en el mejor de los casos, siempre y cuando aparezcan, iba a tener que esperarlas un rato, con lo cuál aprovecharía para ponerme en la cola, y ganar tiempo. Pero gran sorpresa la mía al acercarme al Buffet. Vestida de manera diferente, pero siempre simple (unos jeans y una blusa celeste), apoyada en una columna y sonriendo, ella me esperaba. Sola.
Continuará
2 Comments:
La rubia? Que groso!
ole ole, parte 3!
(?)
Publicar un comentario
<< Home