Anoche volví a ver Eterno Resplandor... Ya creo que es la 4ta, 5ta vez. Tal vez más... Cuestión que cada vez que la veo me pasa algo diferente. O tal vez no. Algo parecido pero a diferente nivel. Hace ya 4 años cuando fui al cine y salí con un nudo en la garganta luego de que se me caigan unas lágrimas, mi interpretación de la peli fue muy autobiográfica por decirlo de alguna manera. Yo era Joel. Me había pasado exactamente lo mismo unas semanas antes. La mina que me había dado vuelta y me tenía en las nubes los últimos 4, 5, 6 meses me había dicho "basta" y de un día para otro dejó de hablarme. Dejé de existir para ella. Por msn, por mail, en los pasillos, en la calle. Yo era un desconocido que pasaba por su lado... Imaginate cómo salí del cine. Menos mal que había ido solo... Y menos mal que Lacuna Inc. no existe, porque si había un stand a la salida del cine, me anotaba sin dudarlo.
Las siguientes veces que la vi, quizás la disfruté un poco más. Le fui descubriendo pequeñas cosas, técnicas y/o de guión, pero siempre sin dejar de recordar que a pesar que Clem no tenía nada que ver con aquella chica, yo había sido Joel... Sin embargo, ya no hubiera querido borrar ese recuerdo. Lo mismo que le pasa a Joel en el medio de todo el proceso. Tal vez un poco de masoquista, o tal vez porque a pesar que me hizo mierda, la pasaba muy bien con ella y lo que compartimos fue groso. Además, esta bueno tener este tipo de historias para contar de vez en cuando y aburrir a los demás...
Decía, ayer la vi de nuevo. Y sabés qué? Sigo siendo Joel. Pero ahora no soy el Joel que ya sale con Clem, se entera que ella lo borró, y hace lo mismo y luego se arrepiente. Sino que soy el Joel del comienzo de la peli, que se toma un tren a la playa, que está en silencio... el mismo Joel del final que en el pasillo le dice a Clem de ir a tomar algo. Y ahora lo que me identificó mucho más no fue la historia, como antes, sino los personajes. Soy el Joel que se encuentra con una chica como Clem y no entiende mucho qué pasa y por qué esta chica inquieta y que va al frente le da su teléfono, lo invita a su casa y lo lleva al lago congelado a ver las estrellas. E igual que Joel, tímido, casi con verguenza, empiezo a pensar en ella, a extrañarla y a tener miedo. Sí, miedo. Ya despegádome del personaje, tengo miedo. Miedo de que sea un sueño. De que no sea real. Y esa posibilidad me aterra. Tantas veces de golpearte la cabeza hace que ya te protejas. Es instinto. No importa si no te das cuenta que quizás en lugar de la pared de ladrillos hay una puerta abierta o una ventana o una boca.